No, yo no la tuve...
imposible tenerla
fue sólo una liviana sensación
pegada a mi cara
de un aliento brusco y sin voz.
Esta concha nacarada de miel roja
que se me niega el dulce
mientras yo estallo en placeres ajenos.
Yo, heredero de la semilla de maíz,
que brota en llamas de la tierra
y soy dejado a la nada
por la ausencia de tu voz.
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