Hecha de manos invisibles
las paredes están llenas
de ojos, oídos y almas
destrozadas de sueños.
Duermen sometidos por el adobe
esperanzas mudas de gente extraña
ajena y extranjera
a los que viven bajo el cielo de tejas.
Pero las voces rotas
tartamudean detrás de las paredes
oraciones raras, deseos oscuros
en contra aquellos que indiferentes
les cerraron las puertas y las bocas.
Hay fotografías, cuadernos antiguos
gente muerta que nunca dejó de hablar
dentro de los baúles y roperos
que exigen los mismos espacios en la mesa.
Y cuando allá fuera brillan las estrellas
en el cielo azul oscuro de Hipnos
las almas abren sus bocas negras
y sin dientes se rien a carcajadas
indiferentes a los relojes que gotean
las horas deshaciendo el tejido
de los cuerpos durmientes
que ensayan la cama definitiva.
La casa es un vientre tibio
arriesgado y desconocido
es una boca negra de hambre
y deseos de vida y muerte
que saltan de los agujeros y huecos
de cerrojos que engullen las llaves.
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