Tú me llamas negrito, hija mía
hija mía, negrito soy
y no me emblanqueces
cuando contigo me acuesto.
Si en las calles me llamas negrito
negrito soy, hija mía
y en el oscuro de mi habitación
no te molesta mi piel
cuando te cojo entre las sábanas.
Así, negrito sigo siendo, hija mía
porque tu piel blanca
no oculta el negro de mi piel
mientras descansas bajo
la sombra de mis brazos.
Si me llamas negrito,
negrito soy, hija mía.
