sexta-feira, 14 de dezembro de 2018

Jesus no pé de goiaba

Nos últimos dias outra polêmica se acendeu na nomeação dos ministros do presidente eleito no Brasil. Para seu gabinete vários nomes foram chegando, até surgir o de Damares (deixando o preterido Magno Malta a comer goiabas, ops, a chupar os dedos), parece até nome de cantora evangélica, daquelas das antigas, mas tirando o fato de não ser cantora, ela também é evangélica e será a super mega power (parece uma das meninas super poderosas) ministra da Mulher, da Família e dos Direitos Humanos, que passa a incluir a FUNAI em suas atribuições. 

Fora o show de besteirol, que já é comum na política brasileira, desta vez o que mais chamou a atenção dos internautas foi uma declaração da futura ministra, ao assumir que encontrou Jesus na goiabeira. Afirmação de fé genuína, meio inocente até, que de testemunho, rapidamente virou piada nas redes sociais: memes, piadas, montagens de whatsapp. O fato é que a ministra experimentou um pouco do próprio veneno, do ódio e da intolerância que o partido ao qual ela se liga tem distribuído às pessoas.

Mas, qual o problema com as goiabas? Eu, particularmente, adoro goiabas, as vermelhas são ótimas, mas na minha infância, quando ainda se trepava nos pés de goiabas para conquistar a fruta mais bonita, as goiabas brancas também serviam quando o assunto era passar a tarde às sombras das árvores.

Lembro-me também de sempre ouvir que Jesus adorava figos, que chegara a secar uma figueira que não dera os figos que ele queria. Demorei anos até entender que era uma espécie de parábola, mas fiquei com pena da figueira por muito tempo. Até porque no galinheiro, que havia na casa de minha avó, tinha uma figueira e todo fim de ano eu ficava ali debaixo como um galo a ciscar, esperando os figos amadurecerem. 

Será que a futura ministra teve um momento de obnubilação brasílica? E quis substituir os figos pelas goiabas? Ou ela trepava também em goiabeiras para comer os frutos? Confesso que fiquei imaginando Jesus meio maroto, arregaçando a barra do seu manto e bem tranquilo sentar-se, assobiar um pouco e depois comer uma bela goiaba. 

Será que a ministra quis mudar a parábola bíblica e colocar uma goiabeira no texto? Será que ela quer ser a autora de um apócrifo novo texto bíblico em terras das, já quase no passado, reservas indígenas? Não sei. O fato é que Jesus em uma goiabeira rendeu inúmeros comentários, brincadeiras e o que não tinha ar de nenhuma seriedade (a nomeação dela como ministra), virou piada total. 

Cada um tem o direito de encontrar Jesus onde quiser. Até em uma goiabeira, em uma faixa de pedestres em uma rua movimentada, em um mendigo, que do alto de nossa arrogância, doamos uma moeda certos de estar comprando um terreninho no céu, nem que seja para construir uma meia água com os futuros irmãos e depois ter a chance de bater boca pelo lixo jogado na calçada ou discutir se Jesus pode trepar em uma goiabeira ou se é melhor ele voltar para debaixo da figueira. 

O problema é o contexto da citação e o bizarro do que é contado como se fosse anedota de infância. Jesus em um pé de goiaba, em uma goiabeira. Só o Brasil mesmo para produzir tantas frutas maravilhosas. Espero que a declaração abra os comércios de exportação de goiabas e quem sabe surjam romarias para visitar as pobres goiabeiras, que virarão santuários visitados por pessoas desesperadas para encontrar a salvação ou mesmo para comer as goiabas, que diga-se de passagem: são uma delícia; e que muita gente só conhece de prateleira de supermercados ou naquelas peneiras em cima de carriolas de pedreiros, que os vendedores usam para oferecer goiabas como frutas exóticas no centro das capitais do país.

terça-feira, 11 de dezembro de 2018

Pirulito


Quero um pirulito assim
rosa, lindo, rosa pink.

Não, quero um pirulito lindo
laranja, hummmm...tô com fome,
fome de pirulitoooo...hummmm, azul.

Tive uma ideia: quero um pirulito amarelo
bem bonito, igual ao sol.
Pirulito com sucoooooo!!!!

Me dá um pirulito, papai,
um pirulito bem bonito,
um pirulito pretoooooo....
igual coca-cola.

Só tem pirulito azul, serve azul?
é da cor do céu...
hummm....tá bom...
quero um pirulito bem bonito
azul, nhame nhame
que delícia, pirulito azul
tô como fome de pirulitooooo....

Os olhos felizes e brilhantes
sorriem com a boca
e o pirulito é um universo
azul, amarelo, rosa,
rosa pink, bem bonito.

E o papai é o papai
mais lindo do mundo
porque ele tem a chave
do armário cheio de pirulitos
rosa pink e nada mais importa,
porque naquele momento
a vida se resume a um pirulito
e dois olhinhos felizes,
para quem o mundo
é um pirulito doce e colorido.








sábado, 8 de dezembro de 2018

El túnel

Parado frente al túnel negro, miraba hacia el infinito que los ojos podrían alcanzar. Había un juego de ladrillitos blancos, pintados a mano y viejos que hacían el techo algo húmedo y sin gracia. Pero, sabía que arriba, donde la gente pasaba en la calle, necia de la vida bajo los pies, también había un aislamiento inevitable.

Miró al reloj y vio que faltaban aún tres minutos para la llegada del próximo tren que lo llevaría de vuelta a la calle y a un aire un poco menos agobiante que este cielo húmedo de ladrillos. Pero una sensación agobiante dejaba el aire pesado y daba un tono antíguo a la vida. Qué lo esperaba del otro lado del río? Quién le daría la mano? No lo sabía, pero mecánicamente puso las manos dentro de los bolsillos del sobretodo. Paris lo esperaba indiferente a su figura.

Entró en el tren. Un pordiosero ocupaba un asiento con su bolso lleno de cosas viejas y maltrechas. Se veía solamente sus espaldas hecha un arco en dirección al suelo. Tampoco él ha notado el viajero mudo. Pero, él lo miraba en solidaridad andarilla, del viajero que es un doble, su hermano olvidado de otras vidas.

En algunos minutos ha percibido que el metro no paraba en ninguna parada. La gente que antes llenaba los asientos poco a poco iba humeándose y restaba sólo como una niebla de sus rostros. Estaba poniéndose ciego? O la gente nunca estuvo allí. Lo hecho es que nada más escuchaba, las bocas estaban cerradas y los ojos negros como el túnel.

De pronto el pordiosero se puso erecto, sus espaldas crecieron y él le miraba fijamente como se viera en un espejo, quizás un poco más joven, cosa de unos veinte años, su rostro. Él le dije: "lo conozco? Tengo la sensación de ya haber ocupado su cuerpo, pero no lo comprendo. Qué hace en este tren? Hace más de veinte años que nadie lo monta.

Él viajero lo contestó: Busco a la Catedral de Notre-Dame, caballero; - Pero, ésta no es la dirección correcta. No lo avisaron? - Y dónde debo bajar? - El tren no para en ninguna parada hace más de veinte años. Cuando entré acá era como usted, joven y bien vestido.

No es posible. El billete vale por una sola hora, nunca lo cobraron el trayecto de nuevo? - Creo que no me ha comprendido, caballero! Nadie monta en este tren hace veinte años, usted es el primero vivo que veo acá en este tiempo, llegué a pensar que yo había perdido el habla, pero ahora veo que no, pues hablo con usted, como si mi voz fuera la suya, me parece raro hasta el tono y el acento, estoy seguro que nos conocemos de largo tiempo. Pero, siéntese, hay muchos asientos libres. - No, muchas gracias, bajo en seguida, amigo.- El tren no lo baja más, la última vez que entré, hace más de veinte años, era joven como usted y había un pordiosero sentado en este asiento que hoy ocupo.

Sin percibir la broma que la vida o la muerte le aplicaba, el viajero miraba al espejo borrado del vidrio y empezaba a asemejarse al pordiosero, que ahora lo miraba pícaramente y ya no estaba tan sucio más. Su pelo se acortaba y la barba vieja había desaparecido. Está casi como el viajero y lo miraba fijamente, como si tomara prestado su rostro para él.

Poco a poco el viajero fue curvándose y cómo un autómata se sentó en el lugar del pordiosero, El ahora joven desconocido, le dejaba una moneda y decía "bajo ahora, mi parada es la próxima. Mucho gusto señor, es muy agradable, pero hace veinte años dejé a mi hija esperándome frente a la Catedral de Notre-Dame".

El viajero no comprendía nada, pero tampoco le faltaba fuerzas para erguirse y volar sobre el cuello de aquel picarón que le sonreía feliz de la broma. Pronto se acordó de Lazarillo y el ciego; "Para ser guía de ciego hay que saber un punto más que el diablo" y cómo un encarcelado bajó definitivamente sobre sus espaldas en el asiento.

El viajero fue despertado por una señora que lo decía: "Pardon, monsieur" creo que se ha dormido. Ella hablaba en francés, pero lo raro es que la comprendía  en español y esto también lo pareció un sueño. - Ya es la parada de la Cité, acá encuentra la Catedral de Notre-Dame. - Merci, madame, est très gentil. Bajó del tren y subió a la calle, pero había una sensación agobiante de no saber quién se había quedado en el tren y  quién había bajado. Pronto escuchó: Papá, papá y siguió hacia su hija como si nunca la perdiera, hace veinte años.




  A poesia é essa água que escorre pela boca e d esce pelas bordas  rompendo a barreira dos lábios. Diz e não diz f abula mundos intangív...